Estereotipos y roles de género en prisión

Instituciones Penitenciarias, el ámbito de trabajo en el que yo desempeño mis funciones, es un entorno muy concreto y específico: se trata de un mundo muy diferenciado del "exterior" pero que al mismo tiempo forma parte de él.

Nos encontramos en un mundo en constante evolución y la prisión no va a ser una excepción. Los nuevos efectivos que entran a formar parte como funcionarios son cada vez una mayor proporción de mujeres, mientras que la población penitenciaria no varía en porcentajes en gran medida. Si consultamos el INE, en el apartado "Delito y violencia", "Personas condenadas" (consulta esta información aquí ) nos encontramos con que solo el 19,3% de las personas condenadas durante el año 2021 fueron mujeres, de lo que podemos deducir que el 80,7% restante eran hombres.

Aunque parezca que estamos hablando de una simple diferencia de sexos, lo que yo en realidad veo es una clara estereotipación de género. Desde mi punto de vista, en nuestra sociedad se le ha asignado al hombre de manera tradicional el papel "del que manda",  "del fuerte", "del líder", "del agresivo", "del padre de familia autoritario"; mientras que a la mujer se le ha aplicado el rol "de la sumisa", "la débil", "la responsable de su casa", "la que apacigua". Y esto no hace más que derivar en los roles de género: para una mujer es mucho menos asumible entrar en prisión porque tiene que hacerse cargo de su casa y su familia, siendo una doble condena (la física de estar encerrada y la psicológica de haberle fallado a su familia). Además, si el hombre sigue estos roles de "macho" es más probable que acabe en prisión por peleas, agresiones, violaciones y violencia de género.

A pesar de que el dato de que las mujeres sean una minoría en prisión es un dato positivo, no es más que un reflejo de los roles de géneros que tradicionalmente se les han asignado, sobre todo en ambientes con menos acceso a la educación y más aislados como son las zonas marginales. Y esto nos lleva a la mayor parte de la población penitenciaria: víctimas de un entorno marginal, de familias desestructuradas que asumen la delincuencia como forma de vida o como la única manera de sobrevivir.

Por todo ello, desde mi punto de vista la estrategia a seguir no debería centrarse en disminuir las desigualdades de género, sino de educar a la sociedad en que entrar en prisión no es "signo de masculinidad" ni de "valentía", simplemente una manera de pagar un delito cometido. Y posiblemente este cambio haya empezado, ya que si nos fijamos en los datos del INE antes mencionados, nos encontramos que el grupo de edad más frecuente entre las personas condenadas es el de 41 a 50 años (18,8% mujeres). Un dato que podría evidenciar que los estereotipos de género se están desvaneciendo poco a poco, siendo ese grupo de edad el más numeroso y no el de los más jóvenes.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Victoria Kent

Sermujer.es