Victoria Kent
En el mundo de la prisión, tradicionalmente dirigida, gestionada y habitada por hombres, existe una figura femenina ampliamente conocida y reconocida: Victoria Kent, cuya biografía se puede consultar aquí.
Nacida en Málaga en 1892, fue abogada, jurista y política. Además de estudiar Magisterio fue la primera mujer en ingresar en el Colegio de Abogados de Madrid en 1925, llegando incluso a doctorarse. Además, trató siempre de defender a la clase trabajadora, llegando a ser entre otros letrada del Sindicato Nacional Ferroviario (más detalles aquí). También fue la primera mujer en intervenir en un Consejo de Guerra ejerciendo como abogada y una de las tres únicas diputadas elegidas en las elecciones de 1931 durante la II República junto a Margarita Nelken y Clara Campoamor. Además, se afilió a la Asociación Nacional de Mujeres Españolas y al Lyceum Club, del que fue vicepresidenta.
En cuanto a su labor en Instituciones Penitenciarias, ejerció como Directora General de Prisiones desde el 18 de abril de 1931 al 9 de junio de 1932, creando la Prisión Modelo de mujeres de Madrid (Cárcel de Ventas) y mejorando la alimentación y la higiene. Además, defendió la reinserción social al tratar de transformar la cárcel en escuela, de la misma forma que lo hizo Concepción Arenal como visitadora de prisiones. Suprimió las celdas de castigo para los internos, donde dormían con cadenas de hierro en los pies, aumentó el dinero destinado a comida y puso calefacción en algunos penales, creó permisos de 3 o 4 días (por buena conducta o situación familir delicada), estableció la libertad de culto y ordenó eliminar todos los grilletes de las cárceles españolas. Con ellos se hizo una estatua homenaje a Concepción Arenal (más detalles aquí). Por todo ello, actualmente existe el Premio Nacional Victoria Kent en su honor, con el cual se premia el fomento de la investigación multidisciplinar en materia penitenciaria (enlace al Ministerio del Interior).
Al estallar la Guerra Civil en 1936 organizó refugios para los hijos de los milicianos y ayudo a evacuarlos temporalmente a París. Ejerció como Secretaria de la Embajada de París (1937-1939) para recibir a los niños evacuados y rescatar a los refugiados españoles de los campos de concentración creados por el gobierno francés en el sur del país.
Tuvo que exiliarse a México y en 1949 creó la Escuela de Capacitación para el Personal de Prisiones, además de la Unión de Intelectuales Españoles. Continuó su exilio trabajando para la ONU en la Sección de Asuntos Sociales en Nueva York y fundando la revista mensual Ibérica (1954-1974). Pudo regresar temporalmente a España con la Transición Democrática (1975-1978), volviendo a los Estados Unidos y falleciendo en 1987 a los 95 años de edad.
La figura de esta gran mujer se puede englobar dentro de la Segunda Ola. Y a pesar de ser una mujer muy moderna para su época y que luchó toda su vida por la igualdad de género, en ocasiones sus ideales se interpusieron en esta lucha. Así, se opuso a Clara Campoamor, defensora del voto femenino, considerando que éste perjudicaría a los ideales de la República por ser conservador debido a la influencia de la iglesia y a la falta de instrucción. No se consideraba, además, feminista: no creía que tener hijos y trabajar fuera de casa fuese compatible, creía que la mujer debía dedicarse a su casa y a su familia. Y a pesar de ello, se posicionó a favor del la Ley del Divorcio. Una mujer de contrastes, sin duda.
Por tanto, y a pesar de su gran valor para la lucha femenina, les falló en cierta forma por no creer en las demás mujeres tanto como en si misma. No se la puede culpar, sin embargo. A pesar de ser una mujer muy avanzada para su época y preocupada por las causas sociales, su mentalidad no deja de ser la de una mujer de su época.
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